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En este día de 1938, el Comité de Actividades Antia-mericanas, que funcionaba en Washington, interrogó a Hallie Flanagan.
Ella dirigía los teatros públicos. Joe Starnes, diputado por Alabama, tuvo a su cargo el interrogatorio.
A propósito de un artículo escrito por Hallie, le preguntó:
—Usted cita a un tal Marlowe. ¿Él es comunista?
—Disculpe, pero se trata de una cita de Christopher Marlowe.
—Díganos quién es, para tener una referencia precisa.
—Él fue el mayor dramaturgo inglés en el período anterior a Shakespeare.
—Sí, claro, hasta en el teatro griego encontramos gente de ésa que ahora algunos llaman comunistas.
—Muy cierto.
—Creo que hasta el señor Eurípides fue culpable de enseñar la conciencia de clase, ¿no?
—Me parece que todos los dramaturgos griegos fueron acusados.
—Así que no podemos decir cuándo empezó esto —suspiró el diputado Starnes.
Ella dirigía los teatros públicos. Joe Starnes, diputado por Alabama, tuvo a su cargo el interrogatorio.
A propósito de un artículo escrito por Hallie, le preguntó:
—Usted cita a un tal Marlowe. ¿Él es comunista?
—Disculpe, pero se trata de una cita de Christopher Marlowe.
—Díganos quién es, para tener una referencia precisa.
—Él fue el mayor dramaturgo inglés en el período anterior a Shakespeare.
—Sí, claro, hasta en el teatro griego encontramos gente de ésa que ahora algunos llaman comunistas.
—Muy cierto.
—Creo que hasta el señor Eurípides fue culpable de enseñar la conciencia de clase, ¿no?
—Me parece que todos los dramaturgos griegos fueron acusados.
—Así que no podemos decir cuándo empezó esto —suspiró el diputado Starnes.
Como nosotros, los árboles recuerdan.
Pero ellos no olvidan: van formando anillos en el tronco, y de anillo en anillo van guardando su memoria.
Los anillos cuentan la historia de cada árbol y delatan su edad, que en algunos casos llega a los dos mil años; cuentan qué climas conoció, qué inundaciones y sequías sufrió, y conservan las cicatrices de los incendios, las plagas y los temblores de tierra que lo han atacado.
Un día como hoy, un estudioso del tema, José Armando Boninsegna, recibió de los niños de una escuela argentina la mejor explicación posible:
—Los arbolitos van a la escuela y aprenden a escribir. ¿Dónde escriben? En su panza. ¿Y cómo escriben? Con anillos.
Y eso se puede leer.
Pero ellos no olvidan: van formando anillos en el tronco, y de anillo en anillo van guardando su memoria.
Los anillos cuentan la historia de cada árbol y delatan su edad, que en algunos casos llega a los dos mil años; cuentan qué climas conoció, qué inundaciones y sequías sufrió, y conservan las cicatrices de los incendios, las plagas y los temblores de tierra que lo han atacado.
Un día como hoy, un estudioso del tema, José Armando Boninsegna, recibió de los niños de una escuela argentina la mejor explicación posible:
—Los arbolitos van a la escuela y aprenden a escribir. ¿Dónde escriben? En su panza. ¿Y cómo escriben? Con anillos.
Y eso se puede leer.
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